miércoles, 25 de marzo de 2009

La psicoterapia es para ser feliz.

La psicoterapia es un proceso de cambio profundo, radical y revolucionario en la persona que busca ayuda profesional para mejorar su calidad de vida y por tanto, lograr la salud mental.
Cuando las personas llegan a consulta, generalmente están en una crisis personal, en un estado de desorganización emocional porque las estrategias que siempre han utilizado para enfrentar sus problemas, ya no son tan efectivas y el sufrimiento se hace insoportable.
La naturaleza del ser humano es buscar ese estado de bienestar o equilibrio que los y las profesionales definimos como salud mental. Este concepto no es simplemente la ausencia de enfermedad, en este caso mental. Existen varias definiciones pero una de las más completa concibe a la salud mental como la tendencia a enfrentar y resolver problemas relevantes, y por tanto, a producir felicidad para sí mismo/a y para los demás, aún en condiciones desfavorables (Gear, Liendo y Scott, 1988).
Cuando las personas tienen satisfechas las necesidades para la supervivencia, surge el deseo de felicidad, es decir, la necesidad de vivir lo más plenamente posible. Esa sensación de plenitud la podemos conseguir cuando cumplimos todos nuestros deseos y es por ello que el ser humano se encuentra en la búsqueda constante de la felicidad, porque esa búsqueda es la que da sentido a la vida.
Pero alcanzar aquello que se desea requiere de competencias intelectuales, emocionales, operativas y físicas para poder resolver los problemas y superar los obstáculos que aparecen en el camino del cumplimiento de cualquier deseo. Todo tiene su precio. Y mientras más alto y mayor es el objetivo propuesto, el trabajo intelectual, emocional, social o somático requerirá de más esfuerzo. Por lo tanto, todo proyecto personal de cierta calidad siempre será difícil, mas no imposible de alcanzar.
Por lo general, una persona abandona prematuramente la tarea de cumplir sus deseos porque se siente, o es de hecho, incompetente afectivamente. Entonces, el sujeto puede alcanzar la salud mental cuando es -y se siente- capaz de concebir, reconocer, ampliar, enriquecer y cumplir sus más íntimos deseos, y luego cumplir los deseos más íntimos de aquellos/as que son significativos/as en su vida. Es decir, sólo cuando una persona alcanza sus deseos logra trascender. Luego surge el deseo de compartir dicha trascendencia.
La tarea del/la psicoterapeuta es, entonces, ayudar a las personas a desarrollar las competencias necesarias para alcanzar su propia felicidad y luego felicidad para los demás.
¿Quién necesita ir a psicoterapia?
Tradicionalmente, se piensa que acudir a un/a psicólogo/a es un síntoma de enfermedad mental, entendida como el extremo de ésta que es la psicosis. Por ello, la principal respuesta de alguien a quien se le sugiere ayuda es “yo no necesito eso, yo no estoy loco/a”. La realidad es que la psicología no es para los enfermos con trastornos psicóticos u otras patologías que ameritan el uso de psicofármacos para poder llevar una vida más o menos estable. Ese campo le pertenece a la psiquiatría.
La ciencia de la conducta es para aquella persona que requiere apoyo y/o asistencia para resolver algún problema en su vida cuando ella, por sí misma, no puede solucionarlo. Por ello la psicología, especialmente la clínica, parte del principio de que todos los seres humanos requeriremos ayuda profesional en algún momento de nuestra compleja vida; somos más evolucionados/as que otros animales pero no perfectos, y como todos los seres vivos, nosotros/as tenemos habilidades y destrezas únicas pero unas más desarrolladas que otras. La psicoterapia implica aprender a desarrollar aquéllas que no tenemos, superar nuestras propias limitaciones (emocionales, sociales, cognitivas y conductuales).
¿Cómo es la psicoterapia?
La psicoterapia es un proceso a mediano plazo (o largo plazo, según el caso y la corriente terapéutica que se trabaje), que tiene una secuencia de fases por la que todo/a cliente pasa; por ello se dice que es una inversión para la vida. Requiere de esfuerzo emocional, de tiempo, de compromiso consigo mismo/a; por momentos se experimentan duelos y en otros mucha satisfacción, con altibajos emocionales. Ese es el costo por afrontar la realidad, pero eso sí, es un costo mínimo en comparación con vivir en negación, frustrado/a y en una prolongada infelicidad.
Ir a psicoterapia es una decisión de vida muy importante, si es que no la más importante; es una decisión de valientes.
Si no se tiene el deseo de obtener la felicidad, esa empresa que llamamos vida carece de objetivo, y por lo tanto de sentido. Ciertamente, buscar la felicidad implica arriesgar la propia supervivencia, tomar decisiones difíciles, enfrentar lo desconocido, pero bien vale la pena la sensación de bienestar y plenitud. La vida es cambio y el cambio es la vida misma. Esa nuestra naturaleza.


Lic. Gisela Galeno
Psicóloga Clínica - Psicoterapeuta

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